Casi
siempre que se lamenta, se denuncia o se condena en las artes el genocidio
durante el nazismo, el foco de atención se dirige a los judíos, pero entre 1940
y 1945 también se asesinó, sistemáticamente, a entre 200.000 y 275.000 personas
con discapacidad, independientemente de su credo.
La Aktion T4
fue el nombre en código que los alemanes dieron a su programa de eutanasia para
eliminar a aquellos que no encajaban en su idea de raza superior. Al principio, se les descuidó en los hospitales,
y murieron de inanición y enfermedades. Más adelante, su muerte se planeó
metódicamente. Así, grupos de asesores señalaban a aquellos que consideraban
"vidas indignas de ser vividas". Los condenados eran transferidos a
seis instituciones dotadas con cámaras de gas, y sus cuerpos sin vida se
quemaban en enormes crematorios.
El castillo de
Hartheim, en Alkoven, Austria, fue uno de los escenarios del horror. Y cuando Laila Ripoll y Magda Labarga decidieron relatar este episodio
histórico eligieron ubicar a sus seis actores en este centro donde,
oficialmente, se procedía a realizar “desinfecciones”. Su espectáculo, titulado Cáscaras vacías, está programado el 7 de mayo en el
Teatre el Musical, en el contexto del Festival 10 Sentidos.
“El
desconocimiento de este capítulo de la historia forma parte de la desatención
que han sufrido las personas con diversidad funcional y de la vergüenza con que
lo han vivido las familias. Durante mucho tiempo no se pensó que los nazis
estuvieran tan desencaminados. Había una mirada no cómplice, pero sí
comprensiva hacia la idea de eliminar a las personas que no sirvieran para
nada”, reflexiona Labarga.
“Uno
de los aspectos más terribles de esta terrible historia es que quienes cometieron
estos asesinatos fueron científicos, hombres y mujeres educados, personas de su
tiempo envueltas en la indiferencia de una sociedad anestesiada por la
burocracia y la propaganda. Una sociedad preocupada por la salud, la excelencia
y la productividad, extraordinariamente parecida a la nuestra”, alertan las
creadoras de Cáscaras vacías.
En su opinión,
la realidad histórica retratada no resulta tan ajena cuando reparas en los
recortes aplicados cuando se desencadenó la crisis económica en España. “Las primeras
áreas afectadas fueron sanidad y servicios sociales, se desamparó a las
personas más desprotegidas. En el fondo, el tipo de pensamiento que hay es el
mismo, que se trata de parásitos, de gente que chupa del bote, que no aporta
nada al funcionamiento social. Y ese es el fundamento de este tipo de
planteamientos que desembocaron en un momento y con una ideología muy fanática
en el exterminio”, advierte Labarga.
La actriz,
directora y autora hizo tándem con la directora de escena y dramaturga Laia
Ripoll en 2015 durante un taller desarrollado en el marco del festival Una mirada diferente, del Centro Dramático Nacional. La
muestra busca desde hace un lustro acabar con los prejuicios hacia las personas
con discapacidad a partir de su inclusión en obras teatrales.
Para documentar su trabajo, las creadoras leyeron el
ensayo Los que sobraban. Historia de la eutanasia social en la Alemania
nazi, 1939–1945 (Barcelona: Crítica, 2014), del historiador y
periodista alemán Götz Aly,
así como escritos de la periodista, historiadora y biógrafa de origen húngaro Gitta Sereny y de la filósofa
política alemana de origen judío Hannah
Arendt.
Los protagonistas de su obra conjunta cuentan sus
historias en una sala similar a un baño. Minutos antes de su ejecución, los
seis recuerdan quiénes son y explican a los espectadores a través del baile,
del canto y de la conversación por qué están ahí. En medio del horror, los
actores canturrean música tradicional y popular en los cabarés berlineses del
momento, como La cucaracha o Amapola.
“En la mayoría de los casos, las víctimas eran
plenamente conscientes de su destino”, apuntan las autoras, quienes han elegido
trenzar esta media docena de historias sirviéndose de la estructura del cabaré.
La elección del género ha venido marcada por el reto
artístico que se han marcado Ripoll y Labarga: lograr la accesibilidad total de
su montaje, “sin recurrir a muletas”. Esto es, sin servirse de audio
descripción para invidentes, pantallas o cualquier sistema de traducción para
sordos o personas con discapacidad intelectual. Para lograrlo, durante los
ensayos, buscaron maneras de contar que permitieran que todos los espectadores
se enteraran del relato. “El cabaré es un género versátil y juguetón, que nos
da libertad artística para lograr la inclusión”, justifica Magda.
Un
ejemplo de la naturalidad con la que se ha logrado la accesibilidad es la serie
de conversaciones entre la actriz sorda Ángela Ibáñez y
el coreógrafo y bailarín David Blanco,
licenciado en Guía-Intérpretación de Lengua de Signos, quienes hablan entre
ellos y con el público en momentos de narración colocados estratégicamente para
que las personas con discapacidad auditiva sepan lo que está pasando, “sin que
resulte postizo”, apunta Labarga.
“Podríamos decir que lo que estamos haciendo es
contar una historia para radio, para cine y para álbum ilustrado. Un lenguaje
iría para personas ciegas, otro para personas sordas y otro para personas con
discapacidad psíquica”, detalla Laila, merecedora del Premio Nacional de Literatura Dramática 2015.
El resultado es un fresco sobre la diferencia,
interpretado por actores con diversidad funcional.
Un
ejemplo de la naturalidad con la que se ha logrado la accesibilidad es la serie
de conversaciones entre la actriz sorda Ángela Ibáñez y
el coreógrafo y bailarín David Blanco,
licenciado en Guía-Intérpretación de Lengua de Signos, quienes hablan entre
ellos y con el público en
momentos de narración colocados
estratégicamente para que las personas con discapacidad
auditiva sepan lo que está pasando, “sin que resulte postizo”, apunta Labarga.
“Podríamos decir que lo que estamos haciendo es
contar una historia para radio, para cine y para álbum ilustrado. Un lenguaje
iría para personas ciegas, otro para personas sordas y otro para personas con
discapacidad psíquica”, detalla Laila, merecedora del Premio Nacional de Literatura Dramática 2015.
El resultado es un fresco sobre la diferencia,
interpretado por actores con diversidad funcional.
Fuente:
http://valenciaplaza.com/un-cabaret-denuncia-el-genocidio-de-personas-con-discapacidad-durante-el-nazismo
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