“Las
trabajadoras sexuales han sido las únicas que atendieron la sexualidad de la gente
con discapacidad”, afirmó Silvina Peirano, una profesora de educación especial
y titular de una organización de asistencia sexual para
personas con discapacidades, durante una jornada de reflexión sobre la
temática. La sexualidad relacionada con la discapacidad sigue siendo un tema
tabú. En algunos países europeos como Bélgica y Suiza, existen las terapias de
asistencia o acompañamiento sexual destinadas a personas discapacitadas; incluso
el Estado cubre o subvenciona este servicio.
Cuatro
trabajadoras sexuales de la ciudad de Neuquén asistieron en Buenos Aires a una
capacitación sobre el tema, comentó Teresa Godoy, secretaria general de AMMAR
Neuquén.
Godoy señaló
que en el último tiempo tienen una alta demanda de pedidos de atención sexual
de jóvenes y adultos con distintas discapacidades. “Por lo general nos
contactan sus padres, hermanos, tíos o abuelos. Algunos tienen problemas de
movilidad, otros neurológicos, y una o dos veces al mes le piden a algún
familiar que quieren ver a ‘sus amigas’; se contactan con nosotras y van donde
atienden nuestras compañeras o ellas van al domicilio”, explicó Godoy, quien
resaltó que muchos familiares les agradecen la ayuda que les brindan.
“Las chicas se
han preparado mentalmente porque se trata de algo más allá del acto sexual,
también de atender otras cuestiones como saber manejarse ante una persona que
tiene movilidad reducida o síndrome de Down”, sostuvo.
Samy tiene 53
años y hace algo más de 12 -después de separarse- eligió trabajar ofreciendo
sexo comercial de manera autónoma en su casa ubicada en el centro de la ciudad.
Esta mujer, madre de dos hijos y que sueña comenzar en algún momento la carrera
de Psicología, es una de las cuatro trabajadoras sexuales que atiende a
personas con discapacidad.
“Esta gente
necesita una contención, una conversación. Conocí gente con problemas físicos,
quizás en una primera instancia no quieren mantener una relación sexual sino
una compañía, pasar un buen rato, que alguien los escuche, los vea, los
sienta”, explicó.
Afirma que no
discrimina a nadie porque sabe “que necesitan conversar, estar a solas con una
mujer y después, si se da lo sexual, se da y, si no se da, está todo bien. Una tiene
que tener tacto, conocer a la persona, ver qué necesita, no puede exigirle ir
directamente al hecho”.
Recuerda a su
primer cliente, un hombre de 28 años con síndrome de Down que llegaba
acompañado por su madre que, luego de una hora o dos, lo pasaba a buscar. “Era
un cliente asiduo, tranquilo, buscaba compañía, contención”, describió.
Menciona a otro hombre “culto e inteligente, de una carrera muy importante”,
que llegaba hasta lo de Samy en silla de ruedas. “Tenía que conjugar varias
cosas para satisfacerlo, que se sintiera contenido. Con el tiempo entablamos
una linda amistad.
Una no tiene que mirar si puede caminar o no, si es gordo o flaco, no lo puedo
rechazar por una cuestión física”.
Samy consideró
que es “muy importante” lo que hace, “siempre y cuando una se sienta cómoda. Yo
no estoy obligada a nada”.
Fuente:
http://www.lmneuquen.com/cuando-el-sexo-no-le-da-la-espalda-la-discapacidad-n528841
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