Esta semana tuve la oportunidad de participar en una
serie de talleres para la elaboración de la Política Nacional de Oportunidades
de Empleo para Personas con Discapacidad, organizado por el Ministerio de
Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE). En estos espacios, personas ciegas,
sordas, y con otras deficiencias mentales e intelectuales, tuvieron la
oportunidad de exteriorizar los problemas que enfrentan día a día para acceder
y mantenerse en el mercado laboral; al mismo tiempo, pudieron plantear alternativas
para eliminar las barreras que les impiden hacer efectivo su derecho
fundamental al trabajo.
Es difícil no sentir el impacto de la exclusión, del
prejuicio y de la desidia que sufren estas personas; sin embargo, estos
procesos de consulta abren pequeñas ventanas de esperanza.
Se trata de un proceso que se está desarrollando tanto
en Lima como en provincias, involucrando a diversas organizaciones de personas
con discapacidad, así como a entidades públicas y al sector empresarial.
Esperemos que esta experiencia sirva para fortalecer el proceso de inclusión de
las personas con discapacidad y pueda sentar un precedente importante, el cual
sea replicado por otras entidades públicas a nivel nacional, regional o local.
La generación de espacios de participación para las
personas con discapacidad es buena ‘per se’. Es preciso, por tanto, reconocer
el esfuerzo del MTPE en implementar el proceso de consulta respetando la
diversidad y heterogeneidad de la discapacidad -física, sensorial, mental e
intelectual-; más aún si tenemos en cuenta los grandes desafíos que esto
implica, desde la implementación de las adaptaciones necesarias para garantizar
una participación efectiva de estas personas –como intérpretes en lenguaje de
señas, documentos en formatos accesibles, utilización de lenguaje sencillo,
etc.-, hasta la real disposición a escuchar las narraciones sobre las
dificultades cotidianas que sufren para insertarse en el mercado laboral y la
incorporación de las recomendaciones que estas personas plantean para eliminar
las barreras que les impide trabajar en condiciones de igualdad.
Recordemos que, en el Perú, de acuerdo a la Primera
Encuesta Especializada sobre Discapacidad, realizada por el INEI,ENEDIS 2012, rechazada
por la mayoría de organizaciones de discapacidad, más de un millón y medio de
personas tiene alguna discapacidad, y de ellos casi el 77% están fuera del
mercado de trabajo. Asimismo, entre las personas con discapacidad que buscan
empleo, más del 12% no lo consigue, lo cual representa el triple de la tasa de
desempleo nacional. Por otro lado, de las 278 mil personas con discapacidad que
están en el mercado de trabajo, aproximadamente 162 mil trabajan como
independientes, y solamente un aproximado de 79 mil personas tiene la condición
de empleado u obrero. En resumen, la desocupación de esta población es elevada.
De acuerdo a las personas con discapacidad, la baja
formación y capacitación que tienen es uno de los principales factores que
impiden el acceso a un empleo digno. De acuerdo a las cifras del INEI, dos de
cada tres personas con discapacidad en el país presentan una significativa
brecha educativa que dificulta su inserción en el mercado de trabajo.
Por tanto, toda política orientada a promover
oportunidades de empleo a esta población debe estar en estrecha relación con el
cierre de brecha educativa que existe actualmente. Recordemos que, según el
INEI, el 24% no cuenta con ningún nivel educativo, el 41% tiene solo primaria,
el 23% cuenta con estudios secundarios y solo el 12% con estudios superiores.
Estas cifras no hacen sino evidenciar la urgencia de mejorar la calificación
laboral de estas personas, a fin de favorecer su inclusión en el mercado de
trabajo.
Seamos honestos, si no se trabaja en recortar la
brecha educativa, difícilmente tendrá éxito una política de oportunidades de
empleo para personas con discapacidad. No se trata de promover la caridad para
la contratación laboral sino de desarrollar capacidades que generen
oportunidades reales de acceso y permanencia en el empleo.
La generación de oportunidades de empleo demanda
formación y capacitación, así como programas de apoyo financiero para el
emprendimiento, campañas orientadas a eliminar los prejuicios negativos
existentes contra estas personas, y el establecimiento de servicios y programas
que brinden asesoría tanto a los empleadores como a las personas con
discapacidad que buscan empleo.
Esperemos que el compromiso asumido por los Estados,
en el marco de la APEC, de implementar una estrategia educativa que permita
mejorar las competencias y la empleabilidad, tome en consideración esta
realidad y se genere un contexto en el cual se logre realmente incluir a esta
población por el bien de toda la sociedad.
Fuente:
http://larepublica.pe/politica/824657-discapacidad-y-empleo-el-reto-de-la-inclusion
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