He escuchado muchas veces que nosotros, las personas "sanas", somos insensibles ante las personas que "padecen" una discapacidad, que deberíamos ponernos en su lugar y apoyarlos y entenderlos siempre.
Pero la realidad que he visto, y muy de cerca, me dice que las personas con discapacidad que conozco, son personas luchadoras, brillantes, muy optimistas, pero, por sobre todo, con una autoestima a prueba de balas.
Estas personas que conozco (mi hermano y mi mejor amigo), son hombres que no piden apoyo, ¡SE GANAN EL RESPETO CON SU PRESENCIA DE ANIMO Y ACTITUD GANADORA!.
Por eso ingresé a la Sociedad Roosevelt, porque creo que si bien, las personas "sanas" debemos ser más receptivas ante quienes son distintos a nosotros, también es verdad que las personas con discapacidad deben reconocerse, por encima de todo, como PERSONAS.
Esto sólo se va a conseguir con un trabajo serio e integrado, que se desarrolle con paciencia, pero también con tenacidad...
Por eso ingresé a Roosevelt, un lugar donde no hay más diferencias que las que ponga el amor propio...
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