En
1987 la actriz Marlee Matlin recogió el Oscar
como mejor actriz por Hijos de un Dios menor.
Con lenguaje de signos agradeció a los académicos su voto de confianza y fue un bonito mensaje para todas aquellas personas con alguna
discapacidad. Podían pensar que tenían cabida en Hollywood pero fue algo
simbólico.
La triste realidad es que alrededor del 95% de
personajes de ficción que tienen alguna discapacidad están interpretados por
actores sin ninguna discapacidad. Pero esto podría estar cambiando en Estados
Unidos. Esta semana el canal ABC estrenó una comedia familiar, Speechless,
para acompañar a Modern family y entre los protagonistas hay un chaval
llamado Micah Fowler que,
al igual que su personaje, vive
con una parálisis cerebral.
El creador Scott Silveri creía que tendría
que discutirse con todos los directivos del canal durante el desarrollo
y presentación de la serie. Pensaba que tendría que emocionarles con un
discurso, argumentando que era el momento de ensanchar el concepto de
diversidad, pero ni tan siquiera tuvo la oportunidad.
El
canal ABC resulta que ya estaba buscando una ficción con un personaje con
discapacidad para integrar la comunidad en la cultura
popular. El mérito no es que haya una ficción de estas características
sino que se encuentre en una comedia familiar, que intente reírse de las situaciones
incómodas y ser tierna al mismo tiempo, y que se encuentre en un canal
generalista sin caer en paternalismos. Es el retrato de un chico con parálisis,
sí, pero sobre todo de un adolescente.
El argumento de Speechless es el
siguiente. La familia DiMeo no tiene demasiados recursos pero sí mucha
voluntad, sobre todo cuando se trata de darle lo mejor a J.J. Es el mayor de
sus tres hijos y sufre una parálisis cerebral, así que se mudan a la peor casa
del mejor barrio de Orange County para que tenga la mejor calidad de vida
posible y pueda disfrutar de un
ayudante que hable por él.
Fowler,
que tiene 18 años, puede que no tenga
el mismo grado de discapacidad que J.J. pero sí tiene una parálisis cerebral
que le impide caminar. Debe limitar su movimiento de los brazos durante el
rodaje y, sobre todo, no puede verbalizar las frases que en su vida cotidiana
sí puede soltar sin la ayuda de un láser que señale letras como el
protagonista.
Y, en resumen, Fowler es un paso adelante en la lucha de las
personas con discapacidad para tener visibilidad y sin ser
descartados en los procesos de cásting.
Silveri,
de hecho, tenía muy claro que quería contar con la colaboración de un actor que
viviera una situación parecida al personaje incluso si Daniel Day-Lewis se
hubiera interesado por el papel. “Era
la mejor opción y era la opción correcta”, explicó en la revista Variety. Pero tenía
una ventaja y es que el canal ABC había descubierto que la sociedad americana
aplaudía la diversidad que hace unos años los ejecutivos tanto temían.
Primero habían demostrado que un reparto racial y
sexualmente variado como Anatomía de Grey podía
ser un fenómeno de masas. En
2008 descubrirían que incluso un género tan conservador como las sitcoms
familiares podía abrazar unos padres homosexuales, como era el caso de Modern family, que triunfaría tanto entre la crítica
como el público.
Y, mientras que The Middle y The Goldbergs siguieron la senda de las comedias
familiares blancas, estos últimos años han estrenado Blackish yFresh off the boat , series con repartos negros y asiáticos
respectivamente. ¿Funcionaron? Sí. ¿Cuál era una de las cuentas pendientes?
Aceptar también las personas con discapacidad en sus bloques de comedia.
En paralelo, además, ya habían descubierto hasta qué punto se
trataba de un colectivo discriminado por los medios de comunicación. La mayoría
de papeles seguían el síndrome de Ironside,
el mítico detective paralítico de los sesenta interpretado por Raymond Burr, y casi no había actores con discapacidad en el
horario de máxima audiencia.
Sólo había que fijarse en el caso de Glee. Puede que el
guionista Ryan Murphy incluyera una
actriz secundaria con síndrome de Down como Lauren Potter, muy divertida en su papel, pero era difícil
olvidar que Kevin McHale, que interpretaba al paralítico de Artie, llegaba cada
día andando al rodaje. Resultaba hasta ofensivo ver las giras con el reparto deGlee y McHale sentado en la silla como parte
de su actuación.
La
misma corporación ABC, propiedad de Disney, había dado un paso adelante con Cambiadas al nacer (Switched at birth)
en su segundo canal, ahora llamado Freeform, que trataba la sordera.
Contrataron a Katie LeClerc con el síndrome de Méniere para
el papel protagonista y a Sean Berdy para uno de los papeles secundarios, un
actor cuya lengua habitual es el lenguaje de sordos debido a su discapacidad.
Para rematar entre los actores invitados se
encontraba Marlee Matlin y la serie, que se dirige al
público joven y familiar, rompió todos los moldes produciendo un capítulo
entero en lenguaje de signos. Era coherente y un bonito homenaje a sus fans más
entregados.
Pero
posiblemente lo mejor sea descubrir que Speechless está
siendo recibida con entusiasmo y más
de siete millones de espectadores en su primer pase, un dato notable si
tenemos en cuenta que el resto de comedias familiares del mismo canal como Modern family y The Goldbergsregistraron
cifras similares este pasado miércoles.
La crítica americana está aplaudiendo el acierto
de cásting de Fowler y del resto de un
reparto encabezado por Minnie Driver que tuvo que recibir clases sobre cómo
hablar correctamente sobre las personas con discapacidad y dirigirse a ellos
desde el respeto. Esta es una asignatura pendiente que tenemos como
sociedad, y está bien que la televisión nos lo recuerde.
Fuente:
http://www.lavanguardia.com/series/20160926/41564218989/speechless-discapacidad-micah-fowler.html
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