Por: Jorge Ortega
Palacios
Para nosotros, las
Personas con Discapacidad, este pedido que ha hecho público la APDAYC, en favor
del cantante Pedro Suárez Vértiz, nos suena poco menos que a “música
electrónica a ritmo de Huayno” porque afecta directamente nuestra dignidad.
Desde hace buen tiempo,
la mayoría de campañas en favor de la Inclusión de las Personas con
Discapacidad en el Perú han enarbolado el lema de "DISCAPACIDAD NO ES
INCAPACIDAD", y es que el hecho de que, funcional o estructuralmente, una
persona se vea afectada por una enfermedad, secuela, accidente o problema
genético no lo matricula en las huestes de los incapaces y, por tanto, merecedores
del favor popular para subsistir.
Todo lo contrario.
Faltaría espacio
para hablar de la cantidad de líderes que desde Tamerlán, Horacio Nelson,
Franklin D. Roosevelt y un larguísimo etcétera han sido protagonistas del
desarrollo de este mundo, para darnos cuenta de todo lo contrario: La
Discapacidad es capacidad.
El pedido en
cuestión, no hace más que vincularnos con el concepto de Indigencia, echando
por tierra el esfuerzo de tantos años que los activistas por los Derechos de
las Personas con Discapacidad hemos enfrentado.
¿Falta de muñeca o
reacción tardía de los interesados?
Lo cierto es que la
idea ya está rodando y que, a muchos bien intencionados, les encantaría ver esa
gracia en el pecho del cantante para hacerle saber que: "cuando pienses en
volver aquí están tus amigos...!.
Felizmente, el “colega”
(sí pues, Pedro ahora es Persona con Discapacidad) ya salió a los medios para
cantarle a Armando Massé, el Presidente de la APDAYC, un NO ME AYUDES COMPADRE!
Por eso, pido a las
ONG's, CONADIS, Congreso de la República, Asociaciones de y Para personas con
Discapacidad y personas en general que se pronuncien y apresuren a aclarar el
punto, porque no vaya a ser que, por no decir esta boca es mía, esta mala idea,
sin dudas bien intencionada, afecte nuestros intereses y nos haga sentir otra
vez "los niños símbolo" del barrio.
No vaya a suceder
que la próxima vez que la gente de a pié se cruce con algún líder con
discapacidad le palmee la cabeza y le dé un sol, no sin antes bautizarlo con el
peculiar "pobrecito" en señal de caridad cristiana.
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